Nunca voy a olvidar el día que llegué por primera vez a Lima, era un martes en la noche y luego de haber descargado mis maletas en el apartamento de mi novio, salimos a dar una vuelta por Miraflores y a conocer los alrededores para que me fuera familiarizando con el distrito en el que pasaría algo más de un mes.
Tenía mucha hambre, pues había estado viajando por unas 5 horas aproximadamente, por lo que mientras caminábamos por el lugar, mi novio me preguntó: ¿quieres comer algo?, a lo que respondí que sí, pues en realidad tenía hambre.
Por primera vez estaba caminando por el centro de Miraflores (Parque Kennedy) y me sorprendió que a pesar de ser inicio de semana y más o menos las 11 pm, habían muchas personas en la calle y varias opciones de restaurantes. Nos decidimos por uno ubicado en una esquina y que decía: La Lucha.
Es la sanduchería más famosa del distrito de Miraflores, caracterizada por su servicio, sus papas, jugos naturales y la venta de café pasado.
Cuando entramos no sabía qué pedir, pues algunos nombres eran extraños para mí, por lo que mi novio me aconsejó el sánduche de lechón con una Inca Kola. No tardaron más de 10 minutos en darnos el pedido y empezamos a disfrutar de nuestra cena.
En realidad son muy distintos a los sánduches que acostumbro comer en Colombia, pues el pan es redondo y un poco duro y crocante, venía acompañado con cebolla, salsas y ají y unas tajadas de color naranja, por lo que pensé que era plátano maduro; pero luego de varios mordiscos me dí cuenta que esto naranjado era extraño para mí. Mi novio me dijo: es camote, un tubérculo de aquí.
El sánduche estaba rico y aunque no me agradó mucho el sabor del camote, me pareció fantástico probar sabores diferentes a los que estoy acostumbrada.
Luego de esa noche, cada que paso por ese lugar me sorprenden las largas filas que hay, pues las sillas que tienen dentro del local no son suficientes para la cantidad de personas que a diario van con el deseo de deleitar sus paladares con las delicias de La Lucha.
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